Ángeles de Caliban nº 3854 by Gav Thorpe

Ángeles de Caliban nº 3854 by Gav Thorpe

autor:Gav Thorpe
La lengua: eng
Format: epub
editor: Minotauro
publicado: 2019-04-03T00:00:00+00:00


La llave se deslizó sin esfuerzo en la cerradura con un satisfactorio sonido metálico; encajaba a la perfección a pesar de que habían pasado siglos desde que las dos se habían fabricado. Solo Zahariel veía la cerradura en sí y la puerta donde se encontraba: cualquier residente no dotado de la Angelicasta pasaría por el ordinario tramo de la pared con paneles de madera sin detenerse.

Tras asegurarse por medio de su sentido psíquico de que no había ningún intruso en las inmediaciones que pudiese presenciar el acto, el maestre de los Mystai empujó la madera con una mano enguantada, y la puerta se abrió en silencio gracias a las bisagras equilibradas a la perfección.

La sala se había construido con tal precisión que le proporcionaba una gran sensación de placer. Parecía relatarle la historia de una mente que, por necesidad, había prestado atención a los detalles más pequeños. Su diseñador había sido consciente de las consecuencias de la más mínima alteración de los parámetros de seguridad y admisión estrictamente definidos.

Le relataba la historia de la mente de un psíquico.

El resto de los Mystai siguió a Zahariel al interior de la cámara, caminaban sin hacer ruido con los pies enfundados en zapatillas mullidas. El suelo era una sola masa de granito, casi negro, donde había símbolos dorados y patrones poligonales con hexagramas. Las paredes eran de mármol, y estaban cubiertas con tracería de plomo en formas envolventes enrevesadas.

Los Mystai se posicionaron en los puntos cardinales de un hexagrama, uno en cada línea de la estrella, y Zahariel en el centro.

Los sentidos despiertos de Zahariel captaban cómo el espíritu de Caliban no traspasaba las defensas psíquicas; se mantenían a raya al igual que un acantilado resistía al mar. Por encima, como si la sala se hubiera abierto al cielo debido a los símbolos del suelo, la disformidad se agitó y ardió, y la tormenta que la había atacado se transformó en tempestad. La energía de Caliban y la de la disformidad no debían encontrarse nunca, pues tal era el propósito de la habitación y así se había diseñado.

El lugar era un santuario; allí, los Mystai estudiaban, practicaban y desarrollaban sus poderes mediante la observación de la disformidad que se aprovechaba de sus energías. Y todo esto, sin la llamada de Caliban.

Sin la llamada del Ouroboros resonando en sus oídos.

Zahariel la oía, era un delicado canto de vida y belleza, adornado con la melancolía del aislamiento y la soledad. Una canción de otoño que, temiendo la llegada del invierno, recordaba los largos días de verano.

La sala era un lugar de reunión, pero no para los psíquicos, sino para el poder. Los sigilos canalizaban y depuraban la energía de la disformidad que se filtraba por la habitación. Con el hambre de Caliban a raya, podían aprovecharla sin que las dos energías se uniesen.

Caliban había anhelado esta conexión durante una eternidad. El Ouroboros había pasado una eternidad intentando reunirse con el reino del que fue robado. El secreto había estado allí todo el tiempo, escondido detrás de muros de piedra y símbolos de plomo.



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